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Canto IV - Ahogada.

martes, 30 de marzo de 2010 by Alexscence


Diez…once… ¿Cuántas veces fueron realmente?
¿Cuántas veces me hiciste tocar el cielo para dejarme caer?
¿Cuántas rosas me hiciste cortar, en el afán de encontrar una más bella que tú?
¿Cuántas veces, en mi propio delirio, me encerré en mi cuarto a escribir poemas  nombrados después de ti, para que solo los desecharas entre las cartas de tus otros amantes?
La luna es mi confidente más fiel, la única que puede dar testimonio de los demonios que en mí habitan.

Recuerdo aquella noche, empapada con un aroma dulce de azucenas con un toque de licor añejo, las estrellas titiritaban del tenue frío que invadía a la tierra, sonoros alaridos llenaban de vida aquel reciento nuestro, y tú, en todo tu esplendor, te dejabas guiar por el viento, dejándome amarte una y otra vez como si nada fuese a importar.
Nos amamos de día, nos amamos de noche, el paso de nuestro actuar parecía tener un extenso camino, pero carecía de destino.

Luego, esa noche, esa maldita noche, donde te vi bajo el almendro que tanto amábamos, por ser nuestro confidente.
Me acerqué, sentí como un coro de ángeles  sonaba en compás a tu belleza, tu me viste, me besaste, y por un segundo todo era como yo quería que fuera, mas tú cerraste tus ojos, susurraste las palabras más terribles que ningún hombre debe escuchar y simplemente abriste tus ojos, me negaste y me diste por terminado.

Suavemente te abracé, llorando aquellas lágrimas que tanto te gustaban a ti, acariciando suavemente tu espalda, cerré mis ojos y solo pude sentir el frío caudal de tu sangre.
Desplomándote al suelo como la desalmada persona que eras, apuñalada con la fría hoja del odio, empuñada con mi amor.

¿Acaso no es la flor más bella, aquella que se ahoga en su propio veneno?
Ahogada en tu propia sangre, fría e inmóvil pude finalmente apreciar tu verdadera belleza.
Conservo la daga que dio principio a nuestras vidas, esperando el momento en que nos volvamos a ver, juntos de nuevo, amándonos sin horario ni medida, solo allá en el más allá donde nadie más pueda vernos.

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Canto II - En nuestra ausencia

miércoles, 17 de marzo de 2010 by Alexscence


-"Tú también lo sientes verdad. Ese olor, huele a sangre"-

Pese a que tú no existas más que en mi vago recordar
siendo solamente un bosquejo de tu figura real
trazas una línea imaginaria que delimita tu existir
tú no lo ves, pero yo saboreo cada una de ellas; cuan más amargas.

-“Nadie puede leerlas, tú no puedes esconderlas,
florecimiento espiritual o ruptura del algoritmo
nosotros seres entrópicos, sometidos por otros;
quienes creen que el pseudo existir, es meramente trivial”

Y para quien lo dude, me has mentido a la cara.
No finjas ser invisible, claramente apuntas a la puerta.
Tus pechos rosados, erectos, formidables, lo señalan con ímpetu,
no, no pretendas esconderlo, tus mentiras gritan más verdades.
Como cual imaginario redentor, predica salvación a ilusos.

-"Y lirios de plata con ríos de miel
hermoso paraje de lunas de aire
cual tonto lo cree y observa su mano
lleva muerte, hollín y sangre."-

Me espera en la puerta, con los demonios y locos.
Lujuria, necromancia, autofelaciones, éxtasis;
¿Porqué las sombras serán tan cálidas?
Ven, rompe las alas del cuervo y se libre ahí, vuela
vuela, báñate en estrellas falsas y polvos iridiscentes.

Eres el rey, y todos son tus putas, haz con ellas lo que quieras.
En esa fría, azul, tormentosa esquina
quieres en mí, violar, y adentrar una idea.
No te angusties, ya volveré, solamente no me esperes en la puerta.

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Un universo

Nadie lo entiende, pero todos lo exploran