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Sal

miércoles, 4 de julio de 2012 by Alexscence





El fuego nace de sus manos, el hielo se les va de los dedos, caminan de dos a dos en un lugar donde hay más agua que tierra y más lágrimas que promesas, sin tapujos o harapos que protejan, protejan de un sol efervescente, hormigas en los pies, mordidas por zapatos, sangre por violoncello y arena por respuestas.

¿Qué sucede si no deja de llover?   -Claramente abrirá la puerta, y entrarán los demonios.
¿Qué sucede si no empezamos a rezar?  -Posiblemente quebranten las entradas y nos comerán a todos.
¿Qué pasa si yo llego a morir?  -Será el día más feliz de mi vida.

Así pues, en tierra de nadie, seguía lloviendo hasta que el techo se cayera. Los demonios que merodeaban pudieron escarmentar cuantas almas hallaran; un cielo oscuro pero verduzcamente resplandeciente brillaba para las horas de la mañana, los relámpagos hacían notar su claro poderío, ciegos quedaban los que atrevían  a ver tal danza prohibida.

Un día más en esta vida de lodo, un día más en la tierra del fango, algo más por lo que deben luchar aquellos, que nacieron en este siglo consagrado al pobre.

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